Al abordar el tema de cómo traducir a los clásicos, debemos recordar que no sólo estamos discutiendo posiciones teóricas, sino también estrategias pragmáticas que dan forma a la experiencia de individuos concretos. (J. M. Coetzee)

Mart. 9, 57

No hay nada más percudido que el manto de Hedilio: ni las asas de las antiguas ánforas de Corinto, ni un tobillo limado diez años por el grillete, ni el cuello de una mula sujeta al yugo, ni las pulidas irregularidades de la via Flaminia, ni las piedritas erosionadas en las costas, ni el romo azadón de los viñedos etruscos, ni la toga casi transparente del ciudadano más pobre, ni la desgastada rueda de un lento carro tirado por mulas, ni el lomo de un bisonte alisado por los barrotes de su jaula, ni el envejecido colmillo de un feroz jabalí. Pero hay algo que ni el propio Hedilio negaría: tiene culo más percudido que el manto.

Nil est tritius Hedyli lacernis:
Non ansae veterum Corinthiorum,
Nec crus compede lubricum decenni,
Nec ruptae recutita colla mulae,
Nec quae Flaminiam secant salebrae,
Nec qui litoribus nitent lapilli,
Nec Tusca ligo vinea politus,
Nec pallens toga mortui tribulis,
Nec pigri rota quassa mulionis,
Nec rasum cavea latus visontis,
Nec dens iam senior ferocis apri.
Res una est tamen: ipse non negabit,
Culus tritior Hedyli lacernis.

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