Al abordar el tema de cómo traducir a los clásicos, debemos recordar que no sólo estamos discutiendo posiciones teóricas, sino también estrategias pragmáticas que dan forma a la experiencia de individuos concretos. (J. M. Coetzee)

Catull. 32

Mi preciosura, dulce Ipsitila, bonita mía, tengo ganas, decime que pase a verte a la hora de la siesta. Si me lo pedís, facilitá la cosa, para que nadie deje cerrada la puerta. Y ni se te ocurra salir, quedate adentro y garchemos juntos nueve veces seguidas. Dale, en serio, si lo hacés, que sea ahora mismo, que terminé de almorzar y estoy echado boca arriba, con la panza llena, levantando una carpa con la túnica y el manto casi perforados.

Amabo, mea dulcis Ipsitilla,
meae deliciae, mei lepores,
iube ad te veniam meridiatum.
et si iusseris, illud adiuvato,
nequis liminis obseret tabellam,
neu tibi libeat foras abire,
sed domi maneas paresque nobis
novem continuas fututiones.
verum, siquid ages, statim iubeto:
nam pransus iaceo et satur supinus
pertundo tunicamque palliumque.

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