Al abordar el tema de cómo traducir a los clásicos, debemos recordar que no sólo estamos discutiendo posiciones teóricas, sino también estrategias pragmáticas que dan forma a la experiencia de individuos concretos. (J. M. Coetzee)

Mart. 11, 21

Lidia la tiene tan dilatada como el culo hueco de los jinetes de bronce que se encastran sobre las estatuas ecuestres, como esos estridentes aros que hacen rodar rápidamente los niños, como los círculos metálicos numerosas veces atravesados por los equilibristas sobre el columpio, como un viejo zapato ensanchado al empaparse con agua fangosa, como la ancha malla de las redes para cazar tordos errantes, como los toldos que embolsan el viento sobre el teatro de Pompeyo, como una pulsera al deslizarse por la huesuda muñeca de un maricón tuberculoso, como un almohadón sin su relleno de lana leuconia, como los holgados pantalones viejos de un britano pobre, y como el buche deforme de un pelícano de Ravena. Dicen que me la garché en un estanque de agua salada. No sé. Creo que me cogí el estanque.
 
Lydia tam laxa est, equitis quam culus aheni,
    quam celer arguto qui sonat aere trochus,
quam rota transmisso totiens inpacta petauro,
    quam vetus a crassa calceus udus aqua,
quam quae rara vagos expectant retia turdos,
    quam Pompeiano vela negata noto,
quam quae de pthisico lapsa est armilla cinaedo,
    culcita Leuconico quam viduata suo,
quam veteres bracae Brittonis pauperis, et quam
    turpe Ravennatis guttur onocrotali.
hanc in piscina dicor futuisse marina.
    nescio; piscinam me futuisse puto. 

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