Al abordar el tema de cómo traducir a los clásicos, debemos recordar que no sólo estamos discutiendo posiciones teóricas, sino también estrategias pragmáticas que dan forma a la experiencia de individuos concretos. (J. M. Coetzee)

Virg. B. 2

Ardía el pastor Coridón por Alexis,
belleza cuyo amor deleitaba a otro dueño,
pero ya no tenía ninguna esperanza.
Solía acercarse a las frondosas hayas,
donde, a solas, bajo la sombra de sus copas,
arrojaba atolondradas palabras
hacia bosques y montes,
con inútil pasión.

Mirá que sos malo, Alexis, conmigo.
¿Nada son para vos mis poemas?
¿No te inspiro ni siquiera compasión?
¿Vas a dejarme morir?
A esta hora, la fresca sombra atrae incluso al ganado,
a esta hora, la maleza oculta a los verdes lagartos,
mientras Testilis tritura ajos y aromáticas ramas de tomillo
para los labradores exhaustos por el tórrido verano.
En cambio, yo sigo tus huellas bajo el sol ardiente,
y me resuena la arboleda con estridentes cigarras.

¿No era mejor soportar
la horrible ira de Amarilis y sus soberbios desplantes?
¿No era mejor Menalcas
aunque él sea negro y vos tengas la piel blanca?
Mirá que sos lindo, nene,
pero no confíes mucho en los colores:
dejamos caer las blancas flores del ligustro,
juntamos los negros frutos del arándano.

Para vos no existo, Alexis,
no querés ni saber quién soy,
ni la calidad de mi ganado,
ni cuánta leche produce.
Mil de mis cabras pastan errantes en los montes de Sicilia,
no me falta calostro en verano, ni invierno.
Mi canto es el mismo que el de Anfión Dirceo,
al llamar su ganado
en el ático monte Aracinto.

Y tampoco soy tan feo:
hace poco me vi reflejado en la orilla,
con el mar en calma, sin viento.
Y si las imágenes no son engañosas,
ni a Dafnis le temo, con vos eligiendo.

Si por lo menos quisieras
acompañarme en los agrestes campos,
viviendo juntos, en ranchitos sencillos,
cazar ciervos y llevar a pastar los chivitos
entre los verdes malvones silvestres.
Parecerás el dios Pan,
cantando conmigo en los bosques.
Pan, él fue el primero,
al mostrar cómo unir varias cañas con cera.
Cuida Pan las ovejas,
también cuida Pan al pastor que las guía.

No lamentés deslizar por la flauta tu linda boquita,
¡qué no daba Amintas por saber hacerlo!
Este siku, con sus siete cañas,
me lo dio Dametas hace varios años
Al morir, me dijo: “ahora serás vos su segundo dueño”.
El tonto de Amintas me envidia por eso.

Tengo además dos chivitos
que encontré en un valle escabroso,
aún tienen mechones blancos
dispersos sobre la pelambre,
agotan dos ubres de cabra por día:
para vos los guardo.
Hace rato me ruega Testilis
que me los deje quitar:
vos despreciás mis regalos,
pronto lo va a lograr.

Mirá que sos lindo, nene, vení.
Las ninfas te traen canastos llenos de lirios.
Pálidas violetas y amapolas
arranca para vos la blanca Náyade,
junta narcisos con florcitas de oloroso hinojo,
intercala canela y otras suaves hierbas,
salpica amarillas azucenas
entre las ocres flores del arándano.
Yo mismo cortaré para vos las castañas,
las nueces que amaba Amarilis,
los blandos membrillos cubiertos de suave pelusa.
Agregaré ciruelas maduras,
también será digno de honor este fruto.
Juntaré laureles y mirtos cercanos
que al mezclarse forman agradable aroma.

Qué bruto sos, Coridón.
A Alexis no le importan tus regalos.
Además, en materia de obsequios,
tampoco podés superar a Yolas.
La pucha, si daré lástima:
¿qué pretendía yo? Desesperado,
desaté el violento Austro sobre las flores,
solté jabalíes en aguas cristalinas.
¡Estás loco! ¿De quién te escapás?
También los dioses y Paris vivieron en bosques.
Que Atenea habite las murallas por ella erigidas,
nosotros preferiremos los prados.
El lobo es perseguido por la feroz leona,
la cabrita, por el lobo,
la florida alfalfa, por la retozona cabrita
y vos, Alexis, por Coridón:
a cada uno le tira su propia pasión.

Mirá, ya vuelven los bueyes
con los arados sujetos al yugo.
El sol, que se oculta,
duplica y alarga las sombras.
Pero yo sigo ardiendo de amor,
¿qué medida cabe en el amor?

Coridón, Coridón,  ¿qué locura te arrastra?
Tenés los parrales a medio podar
entre los olmos de frondosas copas.

¿Por qué no entretejer, por lo menos,
suaves juncos con mimbre
para armar las canastas que necesitás?

Ya vas a encontrar otro Alexis,
si este no quiere dejarse querer.



Formosum pastor Corydon ardebat Alexin,
delicias domini, nec quid speraret habebat.
tantum inter densas, umbrosa cacumina, fagos   
adsidue ueniebat. ibi haec incondita solus
montibus et siluis studio iactabat inani:
'O crudelis Alexi, nihil mea carmina curas?
nil nostri miserere? mori me denique cogis?
nunc etiam pecudes umbras et frigora captant,
nunc uiridis etiam occultant spineta lacertos,
Thestylis et rapido fessis messoribus aestu
alia serpyllumque herbas contundit olentis.
at mecum raucis, tua dum uestigia lustro,
sole sub ardenti resonant arbusta cicadis.
nonne fuit satius tristis Amaryllidis iras
atque superba pati fastidia? nonne Menalcan,
quamuis ille niger, quamuis tu candidus esses?
formose puer, nimium ne crede colori:
alba ligustra cadunt, uaccinia nigra leguntur.
despectus tibi sum, nec qui sim quaeris, Alexi,
quam diues pecoris, niuei quam lactis abundans.
mille meae Siculis errant in montibus agnae;
lac mihi non aestate nouum, non frigore defit.
canto quae solitus, si quando armenta uocabat,
Amphion Dircaeus in Actaeo Aracyntho.
nec sum adeo informis: nuper me in litore uidi,
cum placidum uentis staret mare. non ego Daphnin
iudice te metuam, si numquam fallit imago.
o tantum libeat mecum tibi sordida rura
atque humilis habitare casas et figere ceruos,
haedorumque gregem uiridi compellere hibisco!
mecum una in siluis imitabere Pana canendo
(Pan primum calamos cera coniungere pluris
instituit, Pan curat ouis ouiumque magistros),
nec te paeniteat calamo triuisse labellum:
haec eadem ut sciret, quid non faciebat Amyntas?   
est mihi disparibus septem compacta cicutis
fistula, Damoetas dono mihi quam dedit olim,
et dixit moriens: "te nunc habet ista secundum";
dixit Damoetas, inuidit stultus Amyntas.
praeterea duo nec tuta mihi ualle reperti
capreoli, sparsis etiam nunc pellibus albo,
bina die siccant ouis ubera; quos tibi seruo.
iam pridem a me illos abducere Thestylis orat;
et faciet, quoniam sordent tibi munera nostra.
huc ades, o formose puer: tibi lilia plenis
ecce ferunt Nymphae calathis; tibi candida Nais,
pallentis uiolas et summa papauera carpens,
narcissum et florem iungit bene olentis anethi;
tum casia atque aliis intexens suauibus herbis
mollia luteola pingit uaccinia calta.
ipse ego cana legam tenera lanugine mala
castaneasque nuces, mea quas Amaryllis amabat;
addam cerea pruna (honos erit huic quoque pomo),
et uos, o lauri, carpam et te, proxima myrte,
sic positae quoniam suauis miscetis odores.
rusticus es, Corydon; nec munera curat Alexis,
nec, si muneribus certes, concedat Iollas.
torua leaena lupum sequitur, lupus ipse capellam,
florentem cytisum sequitur lasciua capella,
te Corydon, o Alexi: trahit sua quemque uoluptas.
aspice, aratra iugo referunt suspensa iuuenci,
et sol crescentis decedens duplicat umbras;
me tamen urit amor: quis enim modus adsit amori?
heu heu, quid uolui misero mihi? floribus Austrum
perditus et liquidis immisi fontibus apros.
quem fugis, a! demens? habitarunt di quoque siluas
Dardaniusque Paris. Pallas quas condidit arces
ipsa colat; nobis placeant ante omnia siluae.
torua leaena lupum sequitur, lupus ipse capellam,
florentem cytisum sequitur lasciua capella,
te Corydon, o Alexi: trahit sua quemque uoluptas.

aspice, aratra iugo referunt suspensa iuuenci,
et sol crescentis decedens duplicat umbras;
me tamen urit amor: quis enim modus adsit amori?   
a, Corydon, Corydon, quae te dementia cepit!
semiputata tibi frondosa uitis in ulmo est:
quin tu aliquid saltem potius, quorum indiget usus,
uiminibus mollique paras detexere iunco?
inuenies alium, si te hic fastidit, Alexin.' 

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